El dinero y la política monetaria
El proceso de creación de dinero bancario (teoría del dinero endógeno)
Antes de entrar de lleno en el proceso de creación de dinero bancario, es preciso diferenciar este del dinero legal. El dinero bancario es el creado por los bancos comerciales. El dinero legal es el que crea el Banco Central (BCE en la eurozona, Bank of England en Inglaterra, Reserva Federal en EE UU, Banco de Japón en el país nipón, etc.). Es importante no confundir dinero legal con dinero en efectivo. El dinero legal está formado por las reservas de los bancos comerciales más el efectivo que hay en la economía. Las reservas de los bancos comerciales son el dinero que estos tienen depositado en sus cuenta en el Banco Central. Igual que los clientes de los bancos comerciales tenemos dinero depositado en ellos, los bancos comerciales tienen dinero depositado en sus cuentas en el Banco Central. Es eso a lo que llamamos «reservas» cuando hablamos de banca, dinero y política monetaria. Esas reservas y el dinero en efectivo en manos del público forman lo que se conoce como «dinero legal» o «base monetaria». Una curiosidad: la inmensa mayoría del dinero que circula en nuestras economías, un 97%, tiene forma digital. Solo el 3% del dinero en circulación es dinero físico, monedas y billetes. Si la base monetaria es la suma del dinero en efectivo en manos del público y las reservas de los bancos comerciales, la oferta monetaria es la suma del dinero en efectivo en manos del público y el dinero que los clientes tienen depositado en los bancos comerciales:
BM = EMP + R
OM = EMP + D
Que quede claro: el dinero legal lo crea el Banco Central; el dinero bancario lo crea la banca comercial. En el Banco Central no solo tienen cuentas los bancos, sino también el Estado. Por tanto, el Banco Central es el banco de los bancos y también el banco del Estado. Para crear dinero legal, lo que hace es imprimir billetes y acuñar monedas, o bien hacer anotaciones en las cuentas de sus clientes, que son los bancos comerciales y el Estado. De esta forma, se crea el dinero de la nada. Pero ¿cómo es eso de que los bancos comerciales también crean dinero?
El funcionamiento de la banca y la creación de dinero bancario en nuestras economías difiere bastante de lo que comúnmente se cree. Para entenderlo bien, vamos a fijar tres condiciones que son necesarias para que la banca cree dinero bancario:
- Existencia de empresas no bancarias u hogares que necesitan préstamos para financiar sus gastos previstos en vivienda, bienes y servicios de todo o proyectos de inversión.
- Confianza por parte de los bancos en que esos posibles clientes van a devolver el préstamo.
- Seguridad en que conceder el préstamo y recibirlo de vuelta con los intereses y las comisiones va a generar beneficio.
Los bancos conceden préstamos independientemente de las reservas que tengan. Esto es importante entenderlo. Lo que ocurre es que el banco concede el préstamo y luego pide prestado el dinero que necesita para cumplir con la normativa (en la eurozona, los bancos deben contar en sus reservas con al menos el 1% de lo que sumen los depósitos de sus clientes) o para evitar el riesgo de liquidez (el Banco de Inglaterra no impone un porcentaje mínimo, como en la eurozona, pero los bancos también necesitan tener reservas para su funcionamiento). Como decíamos, el banco primero concede el préstamo y luego acude al mercado interbancario a pedir prestado el dinero para sus reservas. Lo que implica este proceso es que los bancos comerciales no necesitan contar primero con dinero para prestarlo, sino que al prestarlo lo están creando de la nada. Ese dinero bancario que crean los bancos es perfectamente válido, porque es con el que pagamos en las tiendas (si lo hacemos con tarjeta), con el que hacemos transferencias bancarias y con el que se pagan los impuestos.
En definitiva, los préstamos crean depósitos que son luego respaldados por las reservas. Claro que hay que recordar que los bancos no siempre conceden préstamos: necesitan estar seguros de que el cliente va a devolver el préstamo y de que la operación va a ser rentable. El tipo de interés que cobran depende del tipo de interés del mercado interbancario (euríbor en la eurozona), pero también del riesgo de impago que perciben tras haber estudiado al cliente.
Todo esto de arriba justifica que se hable de la oferta monetaria endógena. Una variable es «endógena» cuando se genera en la misma realidad a la que pertenece y se ve afectada por ella. La oferta monetaria (OM = EMP + D) es una variable endógena porque lo habitual es que se pidan más préstamos cuando la economía marcha bien. Las empresas piden prestado a los bancos para iniciar negocios o financiar proyectos de inversión; los hogares piden préstamos hipotecarios porque, como tienen trabajo, deciden comprarse una casa y saben que devolverán el préstamo; los bancos comerciales conceden los préstamos porque confían en que sus clientes los devolverán, etc.
Para terminar este apartado, lo que queda demostrado si atendemos a la secuencia de la creación del dinero bancario es que los Bancos Centrales no pueden determinar la cantidad de dinero en circulación en una economía, sino que esta depende más bien de la demanda de préstamos: cuando un banco comercial concede un préstamo, aumenta la oferta monetaria (OM) porque crea un depósito. Los bancos, por lo tanto, no necesitan reservas para luego prestar dinero, sino que necesitan reservas para ajustar sus cuentas con otros bancos, con el Banco Central y con el Estado, y para que los cajeros automáticos funcionen. Obtienen esas reservas pidiendo prestado a los otros bancos en el mercado interbancario o bien directamente al Banco Central, que las crea de la nada.
La política monetaria
Cuando se habla de «autoridades monetarias», se trata de los Bancos Centrales, los organismos encargados de prestar dinero al Estado y a los bancos y, también, de establecer los tipos de interés con distintos objetivos de política económica.
Como se puede deducir del apartado anterior, los Bancos Centrales no lo tienen tan fácil para determinar la cantidad de dinero en circulación (oferta monetaria) en una economía. Durante mucho tiempo, hasta más o menos mediados de los 80 del siglo pasado, se creyó que sí podían, manejando la base monetaria, determinar la oferta monetaria. Actualmente los Bancos Centrales lo que hacen es fijar el precio del dinero (el tipo de interés), lo cual tiene un impacto indirecto en la cantidad de reservas y la cantidad de dinero bancario que se crea en la economía: siendo todo lo demás igual, si el tipo de interés está más alto es menos probable que una familia pida dinero prestado para comprar una casa. Claro que, como hemos visto, no es el único factor.
Los Bancos Centrales pueden tener varios objetivos a la hora de fijar su política monetaria. Por ejemplo, el principal objetivo del BCE es lograr una inflación por debajo pero cerca del 2%. El Banco de Australia, por su parte, debe buscar el mantenimiento del pleno empleo y, más generalmente, la prosperidad económica y el bienestar de los australianos. Y estos objetivos los tratan de conseguir, sobre todo, fijando un determinado tipo de interés.
El gráfico de arriba es muy útil para entender los cambios en los tipos de interés por parte de tres Bancos Centrales de referencia: el BCE, la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra. Puede ser un documento muy útil para la Historia económica de dentro de unas décadas. Pero le falta algo: lo ocurrido durante la primera mitad de la década de los 2000. Para salir de la crisis de las puntocom, Alan Greenspan, por entonces presidente de la Reserva Federal, estableció unos tipos de interés «excepcionalmente bajos». Y lo consiguió. A ese tipo de política monetaria se la conoce como política monetaria «expansiva». Al bajar los tipos de interés, las familias pidieron más préstamos hipotecarios y las empresas pidieron préstamos para financiar sus proyectos de inversión. Esto generó una espiral de optimismo: gente con trabajo que pide un préstamo para comprar una casa que construyen empresas que emplean a personas con trabajo que consumen en tiendas cuyos dueños emplean a trabajadores que, viendo que la cosa marcha, piden préstamos para comprar casas. Pero por este optimismo generalizado y por otras razones en las que ahora no vamos a entrar, se generó una burbuja inmobiliaria que iba a dar lugar en 2008 a la caída del banco Lehman Brothers, y todo lo que vino después. Como ya se veía venir, los Bancos Centrales, tal como se ve en el gráfico, subieron paulatinamente los tipos de interés, para calmar los ánimos y desincentivar el crédito. A esa política monetaria que sirve para enfriar la economía se la conoce como política monetaria «restrictiva».
Como los bancos dejaron de prestar dinero, dando lugar a lo que se conoció como credit crunch o «restricción crediticia», los principales Bancos Centrales bajaron drásticamente los tipos de interés, a niveles bajísimos. El objetivo ha sido todos estos años fomentar el crédito, que las empresas y los hogares pidamos préstamos y así se dinamice la economía.
Si nos fijamos en el 9 de julio de 2008, cuando la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra ya llevaban un tiempo bajando los tipos de interés, se puede ver que el BCE los subió hasta el 4,25%. Su objetivo era mantener la inflación baja, dado el repunte en el precio del petróleo. Este movimiento. Esta decisión, que hubo que echar atrás muy pronto por la llegada de la crisis, fue controvertida. La idea es desincentivar el préstamo y que así se cree menos dinero bancario, lo que evitará supuestamente presiones inflacionarias (recordemos la teoría monetarista de la inflación). Pero si tenemos en cuenta que los tipos de interés son parte de la estructura de costes de las empresas (al fin y al cabo, es el precio del dinero que usan para financiar sus proyectos de inversión), entonces no está tan claro que una subida de tipos de interés sirva para evitar o frenar una inflación generada por el aumento en el precio del petróleo.
Por último, si bien unos tipos de interés cercanos a cero favorecen el crédito y, por tanto, la creación de empleo y el crecimiento económico, no son suficientes. Las expectativas sobre el futuro de la economía son igualmente importantes para que las empresas y los hogares acudan a sus bancos a pedir préstamos… Y para que estos los concedan.